aún así, cuando volvió con su litro de cruzcampo de la tienda de ultramarinos que está frente a la facultad de física, se llevó una decepción por descubrir que ellas ya se habían ido. se sentó junto a J, S y F arrepintiéndose de no haber pedido una cocacola y cogió algunas patatas fritas del paquete que estos tenían.
allí, tirado en la hierba, viendo a los demás jugar a las cartas, hablaron de fútbol, de cuantos suspensos seguidos llevan cada uno y de salir de marcha esa noche. B convenció a F para que le acompañase al concierto de sundae en el fun club, y que después se vieran con el resto en el café central. ya estaba el plan de esa noche listo y la cerveza caliente, así que decidió volverse a casa mientras los demás iban a por otra más.
en casa había, como casi todos los viernes, el arroz caldoso que tanto odiaba, con sus cientos de guisantes y el pimiento troceado que, más que condimento, parecían un castigo por haberse saltado la mitad de las clases del día. lo comió a regañadientes y se fue al cuarto a dormir la siesta, no sin antes mirar el correo en el ordenador y dejar de fondo el snowball.

habían quedado a las 9, F les recogía a todos con el coche y los dejaba en la alameda donde se separarían para el concierto. de todas formas no había que ser muy puntuales, F siempre se retrasa y lo normal es que tuviesen que terminar cortiendo para no perderse las primeras canciones.
efectivamente, cuando entraron en el fun club ya estaba davis agarrado al micrófono a punto de comenzar el concierto. pidieron una cerveza y se colocaron más o menos en tercera fila. desde ahí B hizo repaso de los asistentes y no tardó mucho en encontrársela un poco más cerca del escenario, pegada a la pared de la derecha y acompañada de las mismas amigas de esta mañana.
empieza a sonar mil canciones y la ve allí, ella bailando su canción preferida y él con un nudo en la garganta y planteándose por qué no es capaz de decirle algo, que ella le responda y que el hecho de que este sea el mejor concierto que sundae han dado en sevilla se convierta en algo absurdo e intrascendente.
pero al final no pasa nada, salen de la sala, se reunen con el resto en el habanilla y empiezan a caer los cubatas uno tras otro, hasta que deciden que la noche ya no da más de sí. y justo cuando salen por la puerta la ve entrar y nota como le sonríe. le devuelve la sonrisa sin pararse y, unos metros más adelante, se arrepiente de nuevo de no haberse sabido parar.
Manolo, rendido a tus pies
ResponderEliminarMe suenan todos esos personajes y situaciones conocidas aunque hay algunas brechas en el espacio-tiempo, será cosa de las sincronías supongo. Gracias manolo, algunos nunca dejaremos de ser personajes de comics y cuentos cortos. La vida se nos hace una novela muy grande y aburrida, y sobre todo, siempre llegamos tarde, jejeje...
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